lunes, 2 de abril de 2012

Allanamiento de moradas

Cuando desperté Patrick continuaba por allí, desayuné con él y me recordó que estabamos a domingo. Todo estaba cerrado. Menos mal que en aquel pueblo había un supermercado que habría los domingos por la mañana. Ventajas de los pueblos pequeños.

La verdad es que los domingos eran días difíciles en Francia. Pero en la pequeña tienda me aprovisiono de lo necesario, para la siguiente etapa.

Volví para despedirme de Patrick, y salgo hacía Saint Genis de la Saintonge.

He recuperado el ritmo inicial, parece que a estás alturas la lesión forma parte del pasado. Empecé a sentir un poco de vértigo, por la velocidad a la que pasaban pueblecitos y caminos. De un día para otro empiezo a olvidar dónde estuve el día anterior.

Bueno en Saint Genis se que me va a tocar tirar de hotel... barato pero hotel. Creo que el más barato eran 35 euros y seguro que sería un cuchitril. Perfecto para mis planes. Con que tuviera ducha. Voy a buscarlo y como no está cerrado.

Bueno, voy a por el siguiente... 43 euros. Para Francia, barato todavía. Me acerco, llamo al timbre, a la puerta, le doy la vuelta... CERRADOOOOO

Incluso el tercero que rozaba los 90 euros también estaba cerradooo... AGOTADAS TODAS LAS OPCIONES.

Y esta vez, me negué a mi mismo la posibilidad de tomar contacto con los pocos habitantes del pueblo que se veían por la calle, pasando muy de tanto en tanto.

Por suerte, había visto una estación de bomberos a la entrada del pueblo, y me inmaginé que no les importaría que yo durmiera dentro con el saco.

Así que me encaminé hacía allí. Pero por el camino observé una casa en mitad del pueblo con las puertas desvencijadas y la entrada franca para mí. Ciertamente, parecía haber sido objeto de algún pequeño incendio... pero era una muy buena oportunidad para dormir sin pagar. De manera que forcé la puerta y accedía a su interior.

Lo que me encontré allí, sólo reafirmó mi intención de dormir en el cuartel de bomberos. Llena de ceniza, muebles tirados, vigas de madera y cristales rotos. No parecía la estancia más apropiada para pasar la noche. Sólo como último recurso. Al piso de arriba de la casa, ni me atreví, dado el crujir de los peldaños de la escarera... me dió miedo.

Salí de allí y seguí con el plan de la estación de bomberos... pero por el camino, de nuevo, otra casa llamó mi atención. Esta no era otra que la del ayuntamiento. Así que me acerqué. Tenía la esperanza lejana de que pudiera haber alguién...

Así que llamé, intenté abrir la puerta, rodeéee el edifício y nada... bueno, de repente reparé en la posición diferente de los pomos de una de las ventanas. Tuve que aplicar un poco de fuerza bruta para dicha ventana cediera, pero cedío... y 'voila'. Bienvenido al hotel mairie...

Me puse dos condiciones, no tocar nada, y salir sobre las seis de la mañana, con el fin de que nadie pudiera notar mi presencia allí.

Bueno y de esta manera encontré estancia en Saint Genis. Poco ortodoxa y un poco ilegal, pero valida según mi criterio, dadas las circunstancias.

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