jueves, 17 de mayo de 2012

Orleans y Juana de Arco.

El magnífico tranvía de Orleans, por la entrada sur de la ciudad.
Se acercaba el final... lo percibía. Una mezcla de tristeza y de éxito se mezclaban en mí. Lo tan preparado durante meses, las reuniones de los últimos dos meses, las risas, los fallos, las comidas para preparar y planificar cosas... todo se iba a desvanecer en cuanto pusiera pie en París. Había merecido la pena.

Me levante en el albergue y Rush me había enviado un mail para desayunar juntos. Me acerque a la cocina pero no tenía intención de quedarme. A ciencia cierta, no sabía bien las etapas que me quedaban para llegar. Sabía que estaba a unos 130 km. pero nada más... impresionante estaba a las puertas.

La Mia Celine, que seguro a mi amigo Carlos le trae recuerdos.
Tocaba Orleans, tenía que retomar la carretera. Esta vez estaba a full de ánimo. Así, que de la manera más cortés que supe, me despedí de Rush deseándole suerte. Mediaban unos 29 km. hasta mi destino. Atrás quedó el empedrado puente de Beaugency.

Por la ribera del Loira, los militares estaban haciendo unas maniobras con cazas que parecían los fórmula uno del aire. Todos los presentes paramos en un puente a disfrutar del espectáculo. Dieron varias pasadas y continué.

Por el camino recibí la llamada de Nidia diciendo que el domingo sería un día ideal para recibirme, estabamos a viernes. Imposible, pensé.

En Orleans tenía un encargo de mi amigo Carlos, que diez años antes había estado trabajando por allí en una pastelería en la céntrica plaza Martroi, gobernada por una estatua ecuestre de Juana de Arco. En fin, pasar a saludar y dar recuerdos de su parte.

El camino transcurrío muy tranquilo, por una carretera secundaria francesa, quince o veinte kilómetros, comida y terminar el tramo que me quedaba con total tranquilidad. Como se notaba mucho la fatiga no quise forzar.

Una vez en Orleans tuve que tirar de tarjeta y pagar un caro hotel. 'Alfredo no te quejes, estamos llegando', pensé. Labores de logística, lavar, tender, comida... y a visitar a los exjefes de Carlos.

Para ser justos, no fue Orleans una de las ciudades que más me atrajo de Francia...

La plaza Martroi, ambiente de casco antiguo y bohemio.
Y después a dormir... Me desperté con ganas de guerra.

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