miércoles, 16 de mayo de 2012

Llégada a Beaugency

Tras el palizón anterior, lo que apetecía era hacer una etapa en términos normales, ya sabéis, sus treinta kilometritos, disfrutar de la ciudad de llegada, etc.

Así que me levante en el hotel, esta vez sin demasiadas prisas y me fui a tomar café y a leer el períodico local, hasta dónde mi paupérrimo francés me permitiera. En aquel momento los hits en prensa eran el atentado de Tolousse y la campaña electoral francesa, esa donde Sarkosy se dejaría los piños un tiempo después.

Volví al hotel a pagar mis deudas, a recoger todo a conciencia, y planificar la siguiente ruta. Sería hasta Beaugency. Conforme más me acercaba a París, más caro se me hacía todo y menos información tenía de los destinos.

Retomé el márgen izquierdo del Loira y a tirar kilómetros. Todo físicamente seguía genial, se habían superado las molestias del principio del viaje. Mucha fatiga, eso sí, aunque si dejaba que la fatiga me frenará me iba a costar pasta...
Finalmente, llegué a Beugency, que era un pueblo que a pesar de tener unos ocho mil habitantes, parece mucho más pequeño. Tiene un castillo medieval que, por supuesto, no me daba tiempo a visitar, en mi afán de descansar, buscar comida, etc.

El caso, es que había un albergue, alejado de cualquier supermercado, que estaba a dos kilómetros de la ciudad. Así que tuve que hacer una ruta especial, para obtener provisiones y cama, que me llevó casi toda la tarde. Llegando al albergue sobre las siete.

Descansé unas horas y después me puse a hacer la cena. Un par de autobuses llenos de adolescentes, habían llegado, así que en el gran albergue, había risas y mucho movimiento. Ésto alegraba bastante lo que quedaba de jornada.

En el comedor comunitario conocí a Rush, una inglesa que iba hasta Estambul con su mochila desde su ciudad. Le quedaban entre 1500 y 2000 km. lo que me pareció peor que lo mío. En fin, pusimos en común un par de botes de cerveza, una pizza, tabulé, algo de picar y estuvimos charlando de nuestras 'movidas tochas'. Más tarde, volvería a coincidir con ella en París.

Aquella noche, ya que estaba en buena compañía, apuré un poquito más y me fuí a dormir a las doce. Ya estaba cerca de Orleans y de allí a lo que sería una llegada frenética a París, todavía no lo sabía.








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